X edición del Congreso Nacional de Innovación en los Servicios Públicos CNIS. Reflexiones y futuro

Mario Alguacil ha sido testigo y parte en las diez ediciones del Congreso CNIS. Por ello le solicitamos nos diera su visión global sobre la evolución de estos años y el futuro de la Innovación Pública. Además de ofrecernos su reflexión en el auditorio en el último congreso con la ponencia Administración X.0 donde apuntó las líneas de presente y futuro de esa Innovación, en este artículo hace un repaso de los contenidos y evolución de tendencias en nuestras administraciones reflejadas en el devenir del Congreso CNIS y los retos para la próxima década.

 

Una larga trayectoria compartiendo la innovación…

Durante estos últimos diez años este punto de encuentro anual, en la agenda de los profesionales y sector económico relacionados con las Administraciones públicas, ha supuesto un verdadero marketplace de conocimiento y de innovación alrededor de un objetivo común:la mejora de los servicios públicos. En este camino, la agenda tecnológica, normativa y social han ido moldeando el alma de cada programa anual, combinando riguroso directo, actualidad, lo que en esos momentos se estaba fraguando en las múltiples iniciativas transformadoras, con visión hacia dónde las tendencias identificaban que el ecosistema público debía avanzar, pero también reconociendo el buen trabajo, la rendición de cuentas, el premio de aquellos procesos acabados, exitosos algunos y otros no tanto, que han servido de complemento para esas organizaciones que, por capacidad, tiempo o recursos económicos, no estaban en el mismo grado de madurez, pero que podrían simplificar sus procesos sencillamente obteniendo el conocimiento contrastado necesario para sus proyectos.

El espíritu de diez años de encuentros ha girado alrededor del concepto Administración Digital y todos los beneficios que de ello se pudieran desprender, entendiendo que la aspiración global era desarrollar una Administración pública que presta servicios de calidad con eficiencia y eficacia, dando respuesta a las demandas ciudadanas y anticipándose a los desafíos futuros. Dentro de este paquete “ideal” de piezas necesarias, se han tratado durante la mayoría de las ediciones la seguridad y la interoperabilidad, dimensiones transversales necesarias en un contexto de hiperconectividad, dato único, reutilización de la información, servicios públicos transnacionales y digital por defecto.

Fruto de este contexto, se ha ido configurando también un marco jurídico de aplicación que incorpora normas jurídicas de origen tanto comunitario, nacional como autonómico, que regulan obligaciones para todo el conjunto de Administraciones públicas, en materia de procedimiento administrativo electrónico, contratación electrónica, accesibilidad, transparencia, acceso a la información, buen gobierno, reutilización, protección de datos…e incluso, disponemos desde el año 2015 de una Agenda 2030 con 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible a la que podemos contribuir desde todas las esferas del sector público (Agenda que, dadas las circunstancias actuales, será necesario replantear sin duda).

 

Transformando las organizaciones públicas desde el interior para conseguir una transparencia y una rendición de cuentas real y efectiva

A mediados de la década,y sufriendo las consecuencias de una ampliación de la cartera de contenidos, como la dimensión “smart”, la apertura de las administraciones y la necesidad de transformar estas organizaciones de forma ordenada, es cuando aparece en la agenda una necesidad manifiesta de trabajar de forma muy profunda el capital humano de nuestras organizaciones, el talento, el desarrollo profesional, el liderazgo y, cómo no, la dirección pública profesional, aspectos de nuestra gestión que no necesariamente estaban olvidados, pero que apremia su gestión en la medida que la oportunidad originada por el inmediato cambio generacional debe permitir diseñar esos nuevos puestos de trabajo de las futuras organizaciones y la forma de atraer el talento necesario, conservarlo y desarrollarlo, dando esa capa de valor público por encima de los ciclos políticos, los periodos de crisis o bonanza o simplemente los modelos más o menos expansivos desde el punto de vista de competencias o criterios respecto a cómo producir los servicios públicos.

Los procesos de apertura de las Administraciones públicas, con latransparencia como emblema, la participación y la colaboración, hanprovocado un terremoto interno dentro de las organizaciones a propósito de qué y cómo enseñar las miserias o las bondades de la gestión, los datos en abierto, y su posible valor incluso para el desarrollo de negocio. Este terremoto tiene que ver con la salud de los sistemas de información, la calidad de los datos, la “intraoperabilidad”, la protección de datos, el derecho de acceso, la redición de cuentas. Incluso teniendo en cuenta la perspectiva ciudadana, los niveles de accesibilidad no solo tecnológica sino conceptual, traduciendo esa terminología administrativa tan ambigua en conceptos claros y entendibles para la sociedad en general. El derecho a saber a dónde van a parar los recursos públicos, cómo y con quien se están decidiendo políticas públicas dónde el tejido empresarial o los propios grupos de interés provocan una tendencia en la agenda pública. Siendo generoso, creo que en este tema todavía estamos en los primeros 10 Km de la maratón.

 

La gestión integral de la documentación y de los datos

A lo largo de los años, la gestión documental y, de forma más reciente, la necesidad del desarrollo de la cultura de gestión de los datos, han sido ejes constantes sobre los que en el Congreso se ha trabajado intensamente. Se trataba de garantizar que todos los documentos electrónicos resultantes de una administración digital completa, se pudieran custodiar, mostrar, reutilizar, intercambiar, preservar a lo largo del tiempo de vida para el que se hayan producido. Si bien en este terreno todavía las experiencias se remiten a las buenas prácticas de un conjunto de Administraciones públicas, la implementación de sistemas de gestión documental integrados de forma nativa en los sistemas de información de las corporaciones es un proceso relativamente retrasado en comparación con las aspiraciones generales de una administración abierta, dónde la ciudadanía en todo momento sabe el estado de tramitación de ´´lo suyo¨, pero también servicios interoperables basados en el principio de una sola vez, poder intercambiar documentos o, como se anticipa en el modelo futuro, poder comprobar o acreditaralgún atributo de un ciudadano gestionado por una administración que pueda formar parte de la gestión de un servicio en otra (renta, titulación, permisos, bienes…)

Es en este punto, y no por casualidad, que es necesario reflexionar sobre los costes de las Administraciones públicas híbridas, aquellas que todavía tienen procesos no digitales de gestión, o que, teniéndolos, no están integrados en un sistema intraoperable, o tampoco tienen desarrolladas las integraciones con los nodos de interoperabilidad de otras Administraciones supramunicipales de las cuales pueden obtener servicios necesarios para cumplimentar una tramitación digital de extremo a extremo. Estos tiempos de convivencia son más crudos, más caros, más estresantes, con más riesgos de consistencia en los sistemas y con más esfuerzos que no aportan valor digitalizando o gestionando calidad de los datos. Reconozcamos estos costes como aquel argumento necesarios para dimensionar una hoja de ruta ágil para acelerar la transformación digital.

 

Hacia un nuevo concepto de ciudad inteligente, social, sostenible e inclusiva

Si nos centramos en los aspectos relacionados con el funcionamiento de las ciudades, los temas estrella sobre los que se han ido trabajando de forma más intensa han sido los relacionados inicialmente con el despliegue de infraestructuras de telecomunicaciones, tanto de banda ancha, todo el proceso de migración de Adsl a Ftth, y aquellos aspectos relacionados con la telefonía móvil, migraciones a 4G y ahora, de forma más reciente, el 5G. Las infraestructuras de telecomunicaciones tienen dos dimensiones bien diferenciadas pero complementarias, hiperconectar las infraestructuras y las Administraciones públicas, pero también reconocer el derecho de acceso a la ciudadanía por medios electrónicos. De forma paralela ha florecido la industria de capacidad de procesos, almacenamiento y provisión de servicios en la nube, suministrando soluciones como servicios tanto de plataformas, como aplicaciones o de forma más reciente de datos. Con estos componentes, una industria interesada en la “electronificación” del control y gestión de elementos básicos de la gestión de la energía, la movilidad, la seguridad, la calidad del aire o los servicios públicos urbanos, ha colocado en la agenda una necesidad de gestionar el despliegue de las plataformas o sistemas operativos de ciudad que tienen como misión capturar, transportar, almacenar y gestionar todos estos datos que deben permitir una gestión eficiente con el suficiente grado de anticipación en la gestión de las incidencias o, sencillamente, el análisis para proyectar escenarios futuros. La gran oportunidad para proyectos de este calado se encuentra en la contratación, instrumento que bien gestionado debe permitir incorporar progresivamente en los contratos de gestión de servicios o en los contratos de suministro de tecnología, aquellas especificaciones que permitan construir un modelo integrado en el origen, desde un sistema de recogida de residuos a una electroválvula, un cuadro de luz o a un semáforo o una farola.

 

La necesaria, más que nunca, colaboración público-privada

En CNIS nos hemos encontrado excelentes manifestaciones de todos estos conceptos y ha sido el resultado de una estrecha colaboración entre proveedores y Administraciones públicas que han interpretado esta necesidad, procediendo a su implementación y a la gestión del conocimiento sobre la misma. La asignatura pendiente como país es que todo este plantel de conocimiento, innovación, determinación, sea gobernado de forma proactiva, alineado más allá de las visiones individuales (no menos importantes) en un marco global y continuo de servicios digitales, dónde hay soluciones ´solventes´ gestionadas, que nos permitan centrar los esfuerzos en la última milla, la relación con la ciudadanía. El nivel de servicio, la disponibilidad, la confianza de las soluciones ofrecidas a la ciudadanía para el ejercicio del derecho, o las ofrecidas a los trabajadores públicos para una gestión eficiente, será un objetivo central e ineludible.

 

¿Y en la próxima década qué?

Pues algunos temas estrella ya están enunciados y otros tal vez no lleguen a vivirse o sencillamente queden aplazados, considerando que esta reflexión se ha materializado en periodo de confinamiento, el titular será “no es lo mismo teletrabajar que trabajar con la tele”, o dicho de otra forma, que no vayamos a confundir las mayores o menores capacidades de movilizar determinadas funciones dentro de lo público con la salud y completitud de nuestra Administración pública digital. Vienen tiempos dónde se ajustarán conceptos relacionados con la inteligencia artificial y su aportación al desarrollo de determinadas funciones automatizables, o servicios asistidos o de predicción o incluso de toma de decisiones, superando el miedo a la ética de los algoritmos; o el desarrollo de nuevas infraestructuras relacionadas con la seguridad, la identidad, la soberanía de los datos, etc. en la medida que tecnologías como el Blockchain se industrialicen. Pero sin olvidar que no debemos ser los más avanzados en esas tecnologías,debemos ser los que implementan soluciones útiles para la ciudadanía y para la gestión que tal vez tengan esa tecnología como componente.

También se acercan tiempos dónde será necesaria la innovación en la gestión de los profesionales y directivos del futuro en las organizaciones públicas, aunque hayamos vivido un repunte a la baja, no desconfiemos. Tiempos de nuevas agendas urbanas, desarrollo sostenible, buen gobierno, escucha activa, reputación institucional, diálogo, colaboración con la ciudadanía serán cotidianos en nuestras agendas. Vienen tiempos dónde la política pública ausente de valores tendrá serios problemas en mantenerse, sobre todo cuando la sociedad, demasiado contagiada por la inmediatez de la comunicación digital, no vea rápidamente cual es el mensaje, el objetivo, el fin de lo que se está implementando. Por eso no hay que esperar a tenerlo todo, allá dónde podamos avanzar mostremos los que somos capaces de hacer. Tenemos ahora una oportunidad para poder “repensar” todos estos desafíos a la vista del duro golpe que nos está tocando vivir. Nada será igual que antes del coronavirus, pero de cada uno de nosotros depende que sea mucho mejor. Ya no se trata de reformar, se trata, y ahora sí con todas las letras, de transformar desde dentro las Administraciones públicas con el objetivo claro de mejorar nuestra sociedad.

 

Mario Alguacil. Director del Área de Gobierno Abierto  y Servicios Generales del Ayuntamiento de Sant Feliu de Llobregat    

Director del Área de Gobierno Abierto  y Servicios Generales impulsando entre otros proyectos de administración digital, la transformación organizativa y el desarrollo de infraestructuras y servicios necesarios del Ayuntamiento de Sant Feliu de Llobregat.

Desde 1983 funcionario de la Administración Local, y desde el año 1991 desarrollando cargos de dirección de Organización, Gerencia, Tecnologías y Gestión del Conocimiento, Sociedad de la Información y Oficina del Presupuesto, además de proyectos relacionados con las telecomunicaciones, banda ancha, alfabetización digital y dirigiendo una Oficina de Intervención Integral en el territorio.

Ha sido miembro de diferentes comisiones relacionadas con la sociedad de la información y la modernización en el mundo local en Localret, Diputación de Barcelona y Federación Española de Municipios y Provincias (FEMP ). Actualmente es miembro de la Comisión de Innovación y Nuevas Tecnologías de la FEMP.